Tenemos dos formas de definir el estilo de escritura que tendrán las respuestas, por un lado nos ofrece diferentes modos de comunicación predefinidos que responden a distintas necesidades:
- Normal: Comunicación directa y sin complicaciones
- Conciso: Información resumida y precisa
- Formal: Lenguaje estructurado y profesional
- Explicativo: Descripción detallada de conceptos
Además nos permite crear o clonar un estilo. La personalización se puede lograr de dos formas principales:
Ejemplos de Escritura cargando documentos propios desde archivos o pegando el texto.
Descripción Detallada definiendo específicas sobre tono y estructura creando un perfil de comunicación personalizado.
Me parece que es una herramienta interesante, las primeras pruebas de los estilos predeterminados se ven bien, mientras que con las opciones de generar un nuevo estilo no fueron tan evidentes los cambios. Pero hay que seguir probando.
Además es importante mantener la autenticidad de lo que escribimos y si es una herramienta mas que nos ayuda bien venida sea. Pero objetivo no debe ser crear un clon digital, sino seguimos delegando nuestra humanidad. Creo que debemos preservar la originalidad personal, usar los estilos como un recurso, no como un sustituto y experimentar sin perder la esencia.
Los estilos de escritura en Claude.ai nos recuerdan que la tecnología debe ser un puente, no una barrera. No se trata de imitar perfectamente, sino de crear nuevas formas de expresión que nos ayuden a comunicarnos mejor.
La verdadera innovación está en cómo usamos estas herramientas para ampliar nuestras capacidades, no para reemplazar lo que nos hace únicos: nuestra capacidad de comunicarnos de manera original y auténtica.
Sin duda que esta será una nueva herramienta para estudiantes. Detectar trabajos generados por IA se está volviendo un desafío complejo. Antes era más fácil: un texto sonaba claramente artificial. Ahora, con estas herramientas de personalización y sin necesidad de un prompt muy elaborado, un trabajo puede adoptar el tono exacto de un estudiante, haciendo casi imposible distinguir lo generado de lo original.
El verdadero problema no es la tecnología en sí, sino cómo la usamos. La inteligencia artificial puede ser una herramienta increíble para aprender, pero no debe convertirse en un reemplazo de nuestro pensamiento propio. Es como tener un super asistente que nos ayuda, pero no puede pensar por nosotros.
Las instituciones educativas tendrán que reinventarse. Ya no alcanza con buscar patrones de lenguaje sospechosos. Necesitarán métodos más sofisticados que evalúen la profundidad real del conocimiento, la capacidad crítica y el proceso de pensamiento del estudiante.
La clave está en el equilibrio: usar la tecnología como un impulso para nuestra creatividad, sin dejar que nos reemplace. Seguimos siendo nosotros quienes decidimos, interpretamos y creamos. Por ahora.