La cara oculta de “hacer más con menos”
Jassy no le escapa al tema, dice: las nuevas capacidades de IA generativa “cambiarán la forma en que hacemos el trabajo”, lo que traducido al lenguaje casi humano, significa: “menos empleados” en tareas rutinarias . Y no hablamos de robots en almacenes acomodando cajas, sino de recortes en la nómina corporativa (dice unas 350.000 personas) con la promesa de “crear nuevos roles” en otros ámbitos.
Este mensaje no solo sacudió la moral dentro de Amazon, sino también sumó el debate global: ¿tiene sentido sacrificar puestos de trabajo en aras de una eficiencia algorítmica?
Reacción interna: entre furia y resignación
No fueron pocos los comentarios que describieron la publicación como “desmotivadora” y un verdadero bofetón virtual. ¿Cuál es el efecto real de estas comunicaciones abruptas? La IA no solo automatiza tareas: también transforma el tejido cultural de las empresas. La invitación de Jassy a educarse, participar en talleres y adoptar una mentalidad “estilo startup” tiene un tono casi optimista. Pero detrás de ese “empoderamiento” hay una presión real: reinventarse o quedarse afuera.
Aquí surge nuevamente la tensión fundamental, sobre la que soy reiterativo intencionalmente: la IA como oportunidad o como amenaza. ¿Fomentar la capacitación es suficiente para no traducir esa modernización en despidos?
No es solo un problema de Amazon
No, Amazon no es la excepción. El sector tecnológico está viviendo una ola de automatización en cargos corporativos —lo vimos con Google, Microsoft o Meta— donde la IA es el justificativo para adelgazar estructuras y reducir costos. Entonces: ¿quién se beneficia de esta transformación? ¿La sociedad en general, o los accionistas y las ganancias trimestrales?.
Buscar una IA con mirada humana
La adopción masiva de IA generativa puede ofrecer mejoras significativas: productividad, personalización y velocidad. Pero si el enfoque es “hacer más con menos” desde una lógica puramente financiera, corremos el riesgo de perder algo esencial: el factor humano como motor de innovación, crítica y vínculo.
No soy quien para recomendarlo, pero quizá Amazon deba encontrar, no solo la eficiencia, sino también un contrato social renovado con su gente: inversiones reales en formación, esquemas de transición laboral y una política comunicacional que inspire más que siembre temor.
Al fin y al cabo, una empresa que reemplaza personas por algoritmos sin ofrecerles futuro no está abrazando la modernidad: está abrazando la indiferencia.