El portal, la promesa y la dudaAnatomía de Stargate Argentina

Cuando veo el anuncio de una inversión de 25.000 millones de dólares, una alianza con OpenAI y un mega centro de datos en la Patagonia, la reacción oscila entre el asombro, la esperanza y la duda. Vemos la promesa de convertirnos en el nodo sudamericano de la inteligencia artificial mundial. Pero, como suele ocurrir, detrás del titular se esconden matices que merecen una lectura más paciente. Vamos por eso.

20 | Octubre | 2025

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La diferencia entre un anuncio y un acuerdo

El proyecto Stargate Argentina, presentado como una inversión sin precedentes, no es en rigor una inversión confirmada. Según la documentación oficial, se trata de una Carta de Intención (LOI) firmada entre OpenAI y Sur Energy para explorar la viabilidad de construir un centro de datos de 500 megavatios en la Patagonia.

Una LOI no implica un compromiso financiero: es un primer paso, una declaración de voluntad, pero no un desembolso. OpenAI, en este esquema, no aparece como inversor directo sino como un posible comprador de capacidad de cómputo (offtaker) si el proyecto logra concretarse.

Esto significa que el riesgo, tanto financiero como técnico, recae íntegramente en el socio local: Sur Energy. La empresa deberá conseguir los fondos, desarrollar la infraestructura energética y garantizar la operación. Si no lo logra, OpenAI simplemente no ejecutará el contrato de compra. En términos prácticos, el “proyecto de OpenAI en Argentina” es, por ahora, una posibilidad más que un compromiso. Si bien no es menor tener un comprador “seguro” hay que desarrollar todo el producto primero.

Algo sobre los números (¿cierran o no?)

Analicemos un poco la cifra oficial de 25.000 millones de dólares y los costos reales de este tipo de infraestructuras.

Los centros de datos “hyperscale” más avanzados del mundo, como los de Google, Microsoft o Meta, se construyen con un costo promedio de entre 6 y 12 millones de dólares por megavatio. Aun considerando el peor escenario de mínima eficiencia (que no tendría sentido probablemente), el costo para un centro de 500 MW rondaría los 6.000 millones de dólares, una cifra muy importante pero lejos 25.000.

Podemos pensar que la cifra difundida probablemente represente un presupuesto de programa plurianual, que incluye componentes energéticos, redes de transmisión y la compra futura de hardware especializado, más que una inversión inmediata. Entonces, el número comunica más de lo que describe. Y en ese gesto se puede intuir una estrategia de comunicación política que prioriza el impacto.

Sur Energy, el socio local encargado de todo el trabajo

Este es el otro punto crítico. Sur Energy es la empresa que encabeza el proyecto, y esta siendo objeto de cuestionamientos por la falta de antecedentes verificables en megaproyectos de infraestructura. Su vínculo con Sur Ventures y figuras del ecosistema tecnológico argentino le dan legitimidad, pero su capacidad de ejecutar un desarrollo de este tamaño sigue siendo incierta.

La empresa aparece como el eslabón que debe “juntar la plata”. En un contexto global de financiamiento selectivo y riesgo país alto, parece complejo saber quién pondrá realmente los miles de millones. Si el plan depende de capitales extranjeros que aún no se identifican, o del aprovechamiento de los incentivos del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la viabilidad de Stargate podría quedar solo en un ejercicio de ingeniería financiera más que en una revolución tecnológica.

La Patagonia como símbolo energético

El emplazamiento en la Patagonia responde a una lógica coherente: energía limpia, clima frío y baja densidad poblacional. Estas condiciones favorecen la operación de un centro de datos de alta densidad, que requiere refrigeración constante y suministro eléctrico estable.

Sin embargo, sostener 500 MW de forma continua exige una infraestructura energética colosal: nuevas líneas de transmisión, plantas de generación renovable y sistemas de respaldo. No tiene sentido semejante inversión si no se cuenta con energía continua, cada minuto de “caída” costaría millones. Podemos suponer que los costos de esa infraestructura explican parte del “exceso” de la cifra oficial.

A ello se suma otra dimensión: el impacto ambiental. Aun utilizando fuentes renovables, un complejo de esta escala modificaría el equilibrio del territorio, tanto por el uso del suelo y agua para sistemas de enfriamiento (aunque sea de circuito cerrado), como por la construcción de redes y caminos asociados. La promesa de “energía limpia” no elimina la huella ecológica; simplemente la traslada al paisaje que pretendemos preservar.

En medio de la “Guerra fría de la IA” la geopolítica siempre esta presente

Empezando desde el nombre “Stargate”, que no es casual, es el mismo que designa la iniciativa global de infraestructura de IA impulsada por Oracle y OpenAI en Estados Unidos, valuada en 300.000 millones de dólares. Entonces, “Stargate Argentina” funciona como una réplica periférica: una manera de inscribir al país dentro de la órbita tecnológica estadounidense, en un momento de alineamiento político explícito entre el gobierno de Argentina y Estados Unidos. Entonces el gesto no es menor. En el tablero de la inteligencia artificial, cada nodo tiene un valor estratégico. Ser parte de la red implica acceso, prestigio y potencial influencia. Pero también implica dependencia: del capital, del hardware, de la agenda de quien lidera el proyecto madre.

Así, Stargate Argentina puede leerse tanto como un paso hacia la integración tecnológica global, pero también como un símbolo de subordinación digital, donde el suelo y la energía son los aportes locales a un ecosistema de propiedad extranjera.

¿25.000 millones?

Es difícil estimar cuanto cuesta este proyecto, pero comparar las inversiones reales de los gigantes tecnológicos ayuda a dimensionar el anuncio:

Google ha destinado unos 100.000 millones de dólares a proyectos de IA, Microsoft cerca de 80.000, Meta 65.000, y Nvidia más de 100.000 solo en hardware. Pero ninguno de esos montos corresponde a una inversión única en un solo país: son programas plurianuales, distribuidos entre investigación, desarrollo y construcción en múltiples sedes.

En ese marco, hablar de 25.000 millones en un único campus argentino suena, en principio, exagerado, probablemente sería la inversión mas grande nunca realizada en un único centro de datos. Entonces, parece mas una cifra financiera o puede ser solo poner un número exorbitante para llamar la atención. El riesgo no está en el número en sí, sino en el efecto de espejismo que genera la ilusión de haber sido elegidos para un salto civilizatorio cuando, en realidad, solo se trata en el mejor de los casos de una exploración preliminar o simplemente de un anuncio de campaña sin sustento.

Entre la oportunidad y la narrativa

Nada de esto invalida el potencial transformador del proyecto. Si logra concretarse, incluso a una escala menor (por ejemplo, 3.000 o 6.000 millones), Stargate podría catalizar un ecosistema de innovación en torno a la IA, la energía y la infraestructura digital. La construcción de un hub tecnológico en el sur del país tendría un impacto positivo en empleo calificado, demanda energética renovable y desarrollo de capacidades locales.

Pero ese futuro dependerá de decisiones que todavía no se tomaron: del acceso real al financiamiento, de la transparencia del consorcio desarrollador y de la capacidad del Estado de exigir contraprestaciones tecnológicas más allá del entusiasmo por la inversión.

La pregunta de fondo

La historia de Stargate Argentina no es solo la de un proyecto, sino la de una tensión. Entre la ambición de ser parte de la frontera tecnológica y la necesidad de no repetir viejos errores: ceder soberanía a cambio de promesas.

No se trata de desconfiar, sino de dudar con método. De entender que el verdadero desafío no es conseguir el apoyo una firma extranjera, sino construir un ecosistema local capaz de sostener la tecnología, de entenderla y de usarla con propósito.

Quizás el valor más grande de Stargate no esté en los megavatios ni en los millones, sino en lo que nos obliga a pensar: qué lugar queremos ocupar en el futuro digital, y a qué costo.

Enlaces

https://openai.com/global-affairs/argentinas-ai-opportunity/